Foto aérea con dron por: David Cybulkiewicz

Yesh anashim im lev shel even.
Yesh avanim im lev adam.

“Hay gente con corazón de piedra…y hay piedras con corazón de gente”, nos dice Yossi Gamzu en su canción Ha-Kotel, para referirse a las piedras que conforman el Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado del judaísmo, vestigio del antiguo Templo de Jerusalén, y que guardan entre sus grietas cientos de papelitos,  testimonios, ruegos, oraciones dirigidas al Creador.

Según el Talmud, al morir una persona, su alma continúa habitando por un tiempo en la tumba donde fue enterrada. Poner piedras sobre la lápida ayuda a mantener el alma presente en este mundo. Estas piedrecillas son un tributo, un testimonio de nuestra visita, de nuestra presencia, de que ellos, también, están aún presentes en nuestras vidas. No llevamos flores. Aunque hermosas, las flores se marchitan y mueren. Las piedras permanecen y reflejan nuestra visión frente a la muerte.  Sabemos que el alma es eterna, permanente, y lo único que se va es el cuerpo.

Algunos, más místicos, sugieren que las piedras evitan que un demonio o un “golem”(*) puedan entrar en las tumbas, o que el lugar sea abandonado y eventualmente profanado. 

Las lápidas de un cementerio guardan historias de vida.  Hay cementerios y tumbas célebres, como la del Rabino Judah Loew, el famoso Maharal de Praga. Su tumba, cerca de la famosa Genitza(*) en la Altneu Synagogue donde, precisamente, se supone, está encerrado el célebre Golem, producto de su imaginación, es visitada por miles y está cubierta de papelitos con peticiones.  O el lugar de descanso del último Rebe de Lubavitch, Menachem Mendel Schneerson, en el Cementerio Montefiore, en el barrio de Queens, en Nueva York, visitado por judíos y no judíos por igual.  Y aunque, para muchos, esta costumbre de acudir a las tumbas de determinados personajes para pedirles algún deseo raya en la idolatría, lo que sí resulta cierto es que la dedicación que brinda una comunidad judía a mantener su cementerio, es un indicador de la vitalidad de esta comunidad.

Hay también cementerios pequeños y modestos, como el Antiguo Cementerio Sefardita de Barranquilla, cuyas frías losas guardan historias de vida y los orígenes de una comunidad sefaradí que dejó huella importante en el devenir de esta ciudad y del país.  Junto a los valores de respeto, justicia, unión familiar y solidaridad, tradicionales en el pueblo judío, fueron múltiples los logros que en el ámbito social, político y económico alcanzó este grupo de inmigrantes. 

La Expulsión de España


Mil cuatrocientos noventa y dos, el llamado “Año Admirable”, marcó una ruptura profunda en la manera en que se pensaba el mundo. Fue en ese entonces que, buscando las Indias, españoles y portugueses encontraron la América, cuando el mundo dejó de ser plano, con confines habitados por criaturas monstruosas y el horizonte se amplió,  haciendo posible viajar en todas direcciones. 

Fue también en 1492 cuando, después de más de dos mil años de presencia en España, los judíos fueron expulsados por Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, en lo que se conoce como la “diáspora de Jerusalén en Sefarad”. Se cree que los primeros judíos que arribaron a Colombia llegaron a América  embarcados en las carabelas de Cristóbal Colón.  Años más tarde, fueron perseguidos por el Tribunal de la Inquisición en Cartagena (1610 hasta 1821), y tuvieron que ocultar su fe para protegerse. 

Sólo hasta el siglo XIX hay evidencia clara de la presencia sefardita en Barranquilla. En 1819, Colombia otorgó a los “miembros de la nación hebrea” el derecho a residir en sus dominios, garantizando su libertad religiosa con los mismos derechos políticos que los demás ciudadanos, en recompensa por la ayuda económica brindada a Simón Bolívar por los judíos de Curazao y de las Antillas para su campaña militar, en especial por los banqueros Abraham de Meza y Mordejai Ricardo. Tuvieron restricciones, pues sólo se les permitió residir en la costa Caribe.  Muchas familias sefaradíes abandonaron Curazao a causa de la epidemia de viruela y la depresión económica que vivió la isla a comienzos de la década de los veinte del siglo XIX, y se establecieron en todo el Caribe colombo–venezolano, desde los puertos de Coro y Barcelona en Venezuela hasta Santa Marta, Riohacha, Cartagena y Barranquilla en Colombia. En su mayoría eran profesionales con una buena posición económica, entre ellos médicos, ingenieros e intelectuales.

A Barranquilla llegaron, entre otros, los Cortissoz, Senior, Abisdid, Álvarez Correa, De Sola, Gómez Casseres, Pinedo, López Penha, Rois Méndez, Pereira, Meisel, Sourdis y Salzedo.  La llegada de éstos y otros grupos de inmigrantes, sirio-libaneses y alemanes entre ellos, está íntimamente ligada a la transformación de esta ciudad, de un pequeño poblado de pescadores en la desembocadura del Río Magdalena a ser el puerto más importante de Colombia y la ciudad más dinámica y de mayor crecimiento de la costa norte sudamericana, donde floreció una sociedad atractiva, libre de las divisiones sociales, anticuadas y rígidas que existían en Bogotá y Medellín.


Los judíos de Barranquilla

Cuando, en calidad de cónsul de Israel en Colombia (1964 – 1966) Mordechai Arbell visitó Barranquilla,  conoció al Senador Samuel De Sola. Ante su asombro por el gran parecido físico entre ambos, De Sola le contó que era judío y lo llevó a visitar el antiguo cementerio sefardita.  Más tarde, en una cena en su honor, los 14 invitados presentes, ciudadanos prominentes de la ciudad, eran de origen judío, “hijos y nietos de los pioneros y fundadores de la ciudad”. 

¿Quiénes fueron estos pioneros y fundadores de Barranquilla?  

Parece existir un silencio centenario en torno a la importancia de la presencia judía sefardita en la historia de Barranquilla y Colombia. 

El que Barranquilla sea llamada la Puerta de Oro de Colombia no es gratuito. La ciudad es cuna de la navegación fluvial y de la aviación comercial del país y de la región.

Ya en 1823, pocos años después de permitir a los judíos residir en Colombia, Simón Bolívar entregó al judío alemán Juan Bernardo Elbers la primera concesión para navegar en barcos de vapor por el Río Magdalena. Los barcos se los compró a judíos de Nueva York.  Más adelante algunos correligionarios siguieron sus pasos y fundaron otras compañías de transporte fluvial.

Ernesto Cortissoz

Barranquilla es también la cuna de la aviación comercial y Ernesto Cortissoz jugó un importante papel en la creación de SCADTA, Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos que, con dos aviones Junkers F-13 traídos de Alemania, fue la primera compañía comercial de transporte aéreo del Continente Americano. La sociedad se constituyó en diciembre de 1919, y Cortisssoz fue nombrado su presidente ad honorem. El primer vuelo se realizó entre Barranquilla y Puerto Colombia, llevando 57 cartas.  En 1940, esta sociedad se transformó en Avianca. Es difícil resumir los logros que alcanzó en su corta vida. En su juventud se educó en Europa donde aprendió varios idiomas. Ocupó importantes puestos como la gerencia del Crédito Mercantil, de la empresa del tranvía urbano, y del acueducto de la ciudad. En los deportes, fue parte del grupo de aficionados que trajo el béisbol al país.  Murió muy joven al estrellarse el avión “Tolima” de Scadta, desde el cual arrojaba volantes para promover el proyecto de Bocas de Ceniza.  Para honrar su memoria, el aeropuerto internacional de Barranquilla lleva su nombre.

Abraham Isaac Senior fue un personaje central dentro de la vida comunitaria.  Se le atribuye haber establecido, en 1832, el primer cementerio judío de la ciudad y de prestar su casa para los servicios religiosos, donde Moisés De Sola, cónsul de los Países Bajos y primer rabino de la comunidad dirigía los rezos y el estudio de la Torá. 

En la política se destacaron David Pereira como Gobernador de la provincia de Barranquilla en 1854 y  Evaristo Sourdis Juliao (1905 –1970) político conservador quien fue concejal, diputado, constituyente, ministro, dos veces canciller de la República, jefe de misión ante el Papa y Naciones Unidas,   contralor de la República y candidato presidencial en las elecciones de 1970.

En empresas como el acueducto de Barranquilla, construido y puesto en servicio en 1880, el Club Social de Barranquilla y el Banco de Barranquilla,  el primero de la ciudad  se destacaron Don Jacobo Cortissoz, y Don Jacobo Álvarez Correa.

Hablar de droguerías en Barranquilla es hablar de Mordehay H. Juliao quien en 1910 abrió una botica en el sector del Boliche, en la calle 29 con carrera 40, e importaba plantas medicinales de Europa. El local original se mantiene hasta hoy “como símbolo de la raíz de donde venimos”, de acuerdo con la gerente general de la firma, (María Claudia Freydel),  que hoy tiene dieciséis sucursales en varias ciudades de la costa y cuarta generación de los Juliao.

Algunos sefarditas se destacaron también en el mundo cultural y en las artes. El año de 1867 es recordado en la literatura como la fecha en que Jorge Isaacs publicó en Cali “María», su novela semi autobiográfica considerada un clásico en toda América Latina. Catalogada como literatura colombiana, la obra refleja, sin duda, una forma judía de ver las cosas.

Siendo prácticamente contemporáneos, Abraham Zacarías López- Penha (1865-1927 no corrió con la misma suerte; aunque algunos lo consideran precursor del modernismo en Colombia, fue injustamente ignorado por autores y editores colombianos de su tiempo, y su obra se ha perdido en las brumas literarias del país.  Nacido en Curazao, llegó a Barranquilla a temprana edad.  Supo combinar su veta de comerciante con su afición a las letras.  Fue el primer escritor que estableció contacto con los modernistas franceses, tradujo por primera vez a Mallarmé, Baudelaire y Rimbaud. Mantuvo correspondencia con Rubén Darío y con Max Nordau, entre otros.  Amigo del poeta modernista colombiano Luis Carlos “el tuerto” López, junto con él y con Manuel Cervera publicó la antología de poemas “Varios á varios”. Su primera novela “La desposada de una sombra”, (Librería Vda. de Ch. Bouret, México, 1902) es considerada la primera novela esotérica de Colombia.    Al parecer no gozaba de mucha simpatía socialmente, pero en su vida literaria fue un excelente relacionista público y dedicó sus obras a personalidades de la época: “Camila Sánchez” al poeta español Gaspar Núñez de Arce, “La desposada de una sombra” a Max Nordau y “Varios á varios”, a don Miguel de Unamuno.

Mientras que la “María» está escrita dentro de las normas literarias establecidas, quizá su irreverencia impidió ser reconocido en las páginas literarias de los diarios capitalinos. En una nación gobernada por conservadores y católicos devotos, sus composiciones fueron un desafío por su tono escéptico y agnóstico, 

 (Fragmento)
“ (…) /Que el hombre es un piteco mentecato, con un poco más vicios que el primato; / que, tras de inventar un Dios á imagen suya, entre luces, incienso y beatíficas fanfarrias, /le exige un cielo en cambio de salmos y aleluyas, puesto en hipócrita actitud de parias… /En verdad os digo: el templo está desierto, y el Dios del hombre-mono está bien muerto!”.

David López Penha, su hermano, también incursionó en la literatura y tradujo “Los genios” de Víctor Hugo. Era dueño del café La Estrella (tenía grabada en la puerta la estrella de David), además de director de la Compañía Colombiana de Transportes y cónsul honorario de Holanda. Los López-Penha crearon el primer cine de la ciudad y fueron dueños de una prestigiosa cadena de librerías.  Murió en Ámsterdam siendo cónsul de Colombia.

El Antiguo Cementerio Sefardita

En la Barranquilla de finales del siglo XIX convivían en armonía personas de religiones y costumbres diferentes, pero, en los cementerios católicos no estaba permitido enterrar a judíos o masones.  El Cementerio Hebreo establecido por Abraham Isaac  Senior en la plaza San Mateo, fue incorporado más tarde al Cementerio Universal que fue fundado en 1867 por los Hermanos de la Caridad como un “cementerio para todos”.

Entre los actos conmemorativos del Descubrimiento de América, España rectificó el Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada de 1492, el acta de la expulsión de los judíos de España. Después de 500 años, son nuevamente bienvenidos a la tierra donde años antes vivieron una Edad de Oro de esplendor intelectual y religioso, de eruditos, poetas y filósofos como Maimónides, Samuel Ha-Nagid, Moses ibn Ezra, Solomon ibn Gabirol y Judah Halevi.

Los inmigrantes sefarditas que llegaron a Barranquilla dejaron una honda huella en la historia de la ciudad y del país, pero, desafortunadamente, ya no hay quien diga kaddish por ellos.  Sus descendientes se perdieron para el Pueblo Judío.


Las piedras del Antiguo Cementerio Sefardita son testigos de su historia.

Foto aéra con dron por: David Cybulkiewicz

(*) GOLEM –  En el folclore medieval y la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada (normalmente barro, arcilla o un material similar)  y que carece de alma.

(*) GENITZA – La genitza es un espacio en donde se guardan libros viejos que ya no se utilizan en la comunidad, pero que no quieren tirarse por respeto a su contenido. Esta tradición de respeto por el material escrito sagrado ha permitido que documentos sean conservados por siglos en dichos lugares.