‘Como agua para chocolate’, cocina de autor
Desde el espacio más íntimo de una casa mexicana, de la cocina de Laura Esquivel, entre recetas e ingredientes incorporados a la trama de una historia de amor imposible e imperecedero, surgió, hace poco más de un cuarto de siglo, Como agua para chocolate, la primera novela de la escritora, considerada pionera de la llamada literatura culinaria o cocina ficción.
Para esta escritora mexicana, todo evento gastronómico es un acto comunitario. Su obra combina lo sobrenatural con lo mundano, creando una atmósfera particular donde la cocina se transforma en el centro de la casa y de su historia.
Tita, protagonista de la novela, «nació llorando de antemano, tal vez porque ella sabía que su oráculo determinaba que en esta vida le estaba negado el matrimonio». La menor de tres hermanas, condenada por una costumbre ancestral, no debe casarse, sino hacerse cargo de sus padres en la vejez. Tita se refugia en la cocina. Cada capítulo presenta una de las recetas que elabora con primor y que provoca en los comensales efectos inesperados.
Encuentro con la autora
Laura Esquivel visitó Barranquilla en febrero de 2011 para participar en el Carnaval de las Artes. Después de su presentación en el Teatro Amira de la Rosa, tuve la oportunidad de llevarla a su hotel. Así, y bajo estas curiosas circunstancias, conté con el privilegio de conversar con ella durante el recorrido.
Después de tanto tiempo de la primera edición de Como agua para chocolate, Esquivel recuerda su sorpresa inicial cuando Japón y los países nórdicos fueron algunos de los primeros lugares donde la novela se convirtió en boom. «Dondequiera que voy hay una frase recurrente que me dicen: ‘usted no tiene idea de cómo me acordé de la cocina de mi abuela’. No tiene nada que ver con México, ni con los ingredientes ni con la receta, ni con nada; es con ese paraíso de la abuela y lo que sucede con esa matriz que es la cocina, es como un espacio sagrado. A los lectores pareciera que no les importa, ni siquiera conocen los platillos o los ingredientes, lo que les importa es la sensación de la relación con ese espacio». Para Laura Esquivel «uno es lo que come, con quién lo come y cómo lo come».
«Desde niña, yo estaba allí con mi mamá. Si me preguntas por mi mamá, yo la imagino en la cocina, era siempre su lugar de acción. Todo sucedía en la cocina, las visitas llegaban a la cocina, todos nos sentábamos, platicábamos, fue el medio donde yo empecé a enterarme de cómo era el mundo. Y sobre todo, escuché muchas historias de mujeres».
Para la autora de Como agua para chocolate –novela que fue llevada a la pantalla grande por su entonces esposo, Alfonso Arau, en 1992– ambas producciones han estado siempre rodeadas de cierta magia. «Las primeras funciones de la película fueron muy intensas para mí, con una sensación de renacer, de haber vuelto».
Durante la filmación, Laura sufrió una severa trombosis cerebral. Estaban en el desierto, a unos 20 kilómetros del pueblito más cercano. «Cuando abrí los ojos no podía hablar y vi a mi hija angustiada. Me acuerdo que pedí ayuda y dije: ‘no me quiero ir, no quiero morir’, y escuché dentro de mí: ‘aquí estamos contigo, no te va a pasar nada, tranquila». Tres semanas después, cuando regresó a la filmación, encontró que los cactus del desierto habían florecido. Al bajar de la camioneta empezó a llover y un arcoíris rodeó todo. «¡Tengo la foto de ese día de cuando la vida me dio una bienvenida bellísima!», cuenta, emocionada.
Artículo original publicado en Revista Latitud El Heraldo Domingo, agosto 16, 2015